Dublin Street es una novela muy cortita que había leído que
la metían en el género de erótico pero creo que no debe ser llamado así. La
historia la cuenta Joss, una joven que busca piso en Edimburgo. En cuanto se
muda con Ellie, conocerá a cierto personaje que se convertirá en el
protagonista de esta historia.
Tiene un fondo trágico que me encanta y es que yo soy así,
no me gusta que todo sean maravillas y la gente sea feliz. No es que me gusten
los muertos pero es que en la vida real las cosas malas suceden y por
desgracia, muy a menudo. Como decía, ese fondo le da un punto interesante al
principio de la historia. Esto y los personajes bien definidos, con sus
pensamientos y sus realidades.
Me habría gustado que la historia fuera más larga porque
habría dado de sí. Podría haber contado más historias o haberse metido más en
profundidad en los personajes secundarios. Ha sido como un resumen de la
historia, muy ameno, rápido, que te hace reír en algún momento y llorar en
otros tantos.
En cuanto a lo de erótico pues sí, tiene momentos, pero que
sólo se llaman así porque el vocabulario es bastante explícito pero por lo
demás… no os dejéis engañar. Es una historia de amor.
¿Qué más me ha gustado? Pues un párrafo de los
agradecimientos me ha parecido bastante interesante.
Pena y pérdida son
probablemente las criaturas más temibles que existen. Pueden enseñarnos a
preocuparnos por el futuro, a cuestionar la longevidad de la satisfacción y
demostrar la incapacidad de disfrutar de la felicidad cuando la tenemos. Pero
la pérdida no debería ser una criatura a la que temer. Debería ser una criatura
de prudencia. Debería enseñarnos a no temer ese mañana que podría no llegar y a
vivir de manera plena como si las horas se estuvieran fundiendo como segundos.
La pérdida debería enseñarnos a apreciar a los que queremos, a no hacer nunca
algo de los que luego arrepentirnos y a vitorear el mañana con todas sus
promesas de grandeza.
Nota: 4/5
Cris