Las palabras
que mejor lo definirían son: agobiante, sencilla, absorbente.
Que no os
haga pensar mal la palabra agobiante, porque con ello tan sólo me refiero a que
llega un punto en el que te desesperas, estás leyendo y te tiras de los pelos
exclamando “¡Dios mío, pobre hombre!”
La trama: el doctor Starks recibe una carta en la que se le anuncia que tiene
dos opciones: averiguar el nombre del autor de dicha carta o suicidarse en
quince días. Y si no, un familiar muere. Sencillo, ¿verdad?
Pues durante
toda la novela vemos ese estilo ligero que tanto adoro pero sin que falten
tecnicismos. Esto le da muchos puntos porque no nos vamos a encontrar un
lenguaje enredado, en medio de una trama que no entiendes. Y eso está muy bien.
Por otro
lado, en cuanto a la trama, ¿qué puedo decir? A mí me ha gustado. No es una
enredadera de personajes que conectan entre sí al estilo Dan Brown (que no
tiene nada de malo para mi gusto, en general me gusta que todo esté conectado).
Pero tiene una cosa que me ha encantado: el final. ¿Por qué soy tan pesada con
los finales? Porque soy una anti-finalesfelices, anti-finalessinsentido,
anti-finalesnoreales. Si escribes un libro porque en tu cabeza tienes una buena
trama, no la jodas con el final. Digo yo.
Hoy no estoy
inspirada para dar muchas opiniones como se puede notar en mis repeticiones de
vocabulario, así que en general diré: muy buen libro, exquisito. El ejemplo de
cómo crear arte escribiendo.
Nota 5/5
Cris
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