La ciudad de
Burgos se encuentra a poco más de dos horas del centro de Madrid, lo que lo
convierte en una sugerencia para pasar un fin de semana.
Mi
experiencia comienza con una oferta de una casa rural en Solarana: La Casa de la Abuela Petra.
Mi
acompañante y yo nos decantamos por este lugar por su ubicación, precio y el
resto de buenas opiniones de otros viajeros en internet. Y efectivamente
acertamos de pleno.
La casita se
encuentra en el típico pueblo de Castilla, donde reinan la tranquilidad y esa
oscuridad que a los habitantes de ciudad nos aterra de noche pero a la vez nos
maravilla por permitirnos contemplar las estrellas que hemos perdido por el
centro.
La casa, a
pesar de estar rehabilitada (lo que significa que todo está nuevo) conserva su
encanto de casa de pueblo antigua, donde te sientes como si fuera tu casa
enfrente de la chimenea, subiendo y bajando escalones de madera o sentándote a
jugar a juegos de mesa en una tarde fría.
Con la
oferta nos entraba una cena y dos desayunos y tengo que admitir algo: en mi
vida había probado la sopa de ajo porque no me llamaba la atención, no me gusta
la morcilla y en general las manzanas asadas no me atraen, pero curiosamente
ese día me lo cené TODO (y no por cuestión de hambre, si no porque estaba
riquísimo). Pero más me gustó la presentación del desayuno al día siguiente. No
voy a explicar en qué consistía para dejaros con las ganas.
Por lo demás
ya he dejado una opinión en clubrural.com sobre lo que me ha parecido la
limpieza, las instalaciones y trato de la dueña, que adelanto que ha sido
EXCELENTE.
Y si ya os
he convencido, estupendo, porque muy cerca se encuentran varios lugares que
visitar: Lerma, Santo Domingo de Silos, Covarrubias y por supuesto Burgos.
Mención
aparte merece el Desfiladero de la Yecla. Llegando a Santo Domingo de Silos hay
que desviarse un poco para llegar a unos túneles donde se puede dejar el coche
apartado y visitarlo (obviamente todo esto gratis). Es lo que más me ha gustado
de lo que he visto y eso que yo soy muy de ver monumentos, más que naturaleza,
pero pasar a través de rocas altísimas que gotean agua, sobre un río y pensando
que en cualquier rincón podría haber aves rapaces era maravilloso. Creo que
podría decir que es la versión española de las cataratas de Trümmelbach, en
Suiza.
Del resto de
sitios no puedo decir más que cualquier oficina de turismo, que lo explican
mucho mejor y te dan un planito gratis, así que… ¡a viajar!
Cris
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